Los riesgos de naturalizar los males que aquejan al país. Por María Herminia Grande.
Argentina viene naturalizando lo que no debe ser naturalizado. Ha naturalizado el “por algo será” o “algo habrán hecho”. Ha naturalizado la inequidad. Ha naturalizado el desempleo estructural. Ha naturalizado que generaciones jamás tomaran contacto con el trabajo. Ha naturalizado la existencia de planes sociales, que acompañan a algunas personas desde su nacimiento hasta su defunción. Ha naturalizado que una parte de su población coma de la basura, o como expresión de toda dignidad, en un comedor. Es decir, viene naturalizando la pobreza política, que es más inmoral que naturalizar la propia pobreza.
La conjunción de Covid-19 y pobreza endémica está produciendo una estrepitosa realidad: hoy el 62% de nuestros niños, futuro de Argentina, son y serán pobres. Recordar que la pobreza en los niños produce la única enfermedad que la política puede evitar: la desnutrición.
Ante esta realidad, ¿puede seguir Argentina llamándose República? Un país cuyo 62% de habitantes, en un futuro cercano, pueda cumplir a medias el artículo 23 de la Constitución Nacional, cual es el de elegir y ser elegido ¿puede hablar de democracia plena?
La política oficialista y opositora ¿puede pensar en algo distinto que no sea la lucha contra la pobreza, con foco especial en sus niños?
La política decía Juan Pablo II, está para eliminar lo que le duele a sus pueblos. ¿Acaso hemos naturalizado el dolor al punto de que no nos conmueva?
El presidente Alberto Fernández se ha comprometido una y otra vez a consolidar el federalismo en Argentina. Para ello es imprescindible el arraigo con desarrollo territorial. Se ha conocido este fin de semana la creación de gabinetes temáticos, así como también declaraciones de la vicejefa de gabinete Cecilia Todesca, insistiendo sobre otra promesa incumplida hasta hoy, de impulsar un gran acuerdo social. Imprescindible para comenzar a desandar la pobreza, si eso es lo que se quiere.
Uno de los ejes será impulsar la exportación con más productos para consumo humano directo, más que alimento para animales. Argentina no exporta alimento para 400 millones de personas. Argentina exporta alimento para engordar animales. Para lograr este cometido, la planificación tendrá como eje la base biotecnológica.
En cuanto al desarrollo federal territorial, los gobernadores se entusiasman. El santafesino Omar Perotti me decía: “Hemos solicitado al Presidente el fomento de todo lo hídrico, rutas nacionales y ferrocarriles. También obras menores generadoras de mano de obra en la que se incluye terminar la cárcel federal, jardines de infantes y refacción de escuelas”.
Me detengo en el tema Hidrovía. No sólo se debe asegurar los 36 pies a Timbúes, 22 a Santa Fe para que este puerto sea barcacero. El Gobierno debería analizar la forma de llegar con 18 pies a Asunción. Visto desde aquí, resulta difícil dimensionar el impacto en la economía. Pero el Gobierno seguramente lo hará, teniendo en cuenta el proyecto de los USD 100 mil millones de exportaciones anuales. El calado del río asegura que derrame trabajo y producción en cada una de las provincias que conforman la Hidrovía. Uno se pregunta cómo impactará en Villa Ocampo, Florencia, en Chaco, Formosa, Misiones. Si traerá el imprescindible puente Goya-Reconquista, si desarrollará otros puertos y con ellos más mano de obra. Sería un proyecto egoísta pensar sólo en el mantenimiento de la Hidrovía. Con ella debe venir la política de transporte fluvial que fomente la construcción de barcazas de bandera argentina y empujes, etc. Pero además podría ser el puntapié inicial de una política conjunta con Paraguay y Brasil (Matto Grosso Do Sul) para que la soja proveniente de allí sea industrializada en el cordón agroindustrial y primer exportador del mundo con eje en Rosario.
Lo mismo puede suceder con el proyecto minero, en cuanto al mineral de hierro de Corumbá. Esto también debería acordarse con Bolivia por el Mutúm que permanece inexplotado. Aquí se puede avanzar sobre un polo minero. Es decir del regionalismo y arraigo argentino, se puede avanzar sobre el regionalismo del Mercosur. Y tal vez llegue entonces el momento de fundar el Banco del Sur, proyecto que fue aprobado pero no constituido por el Mercosur Ampliado, durante el gobierno de Cristina de Kirchner. Este banco, emulando al de la Unión Europea, debería ser una palanca financiera que permita el desarrollo hegemónico, para potenciar las economías del Mercosur y propenda a un crecimiento equilibrado. Esta política también está dentro del marco de la lucha para erradicar la pobreza. Si no se profundiza en políticas que derramen en las provincias sólo nos quedaremos con una foto de modificaciones presupuestarias que se estancan en intenciones, pero no se concretan.
Desde 1983 al 2003 se profundizaron las integraciones región-región. La mesopotámica con el Codesul de Brasil. El NOA con Bolivia y con Chile fomentando pasos fronterizos como el de Jama. Y la zona Centro, por San Juan, al puerto de Coquimbo (Chile). ¿No sería hora de profundizar estas integraciones región-región, para concluir el Corredor Bioceánico Atlántico-Pacífico?
Los actores sociales perciben una urgencia que el Gobierno está empezando a detectar. Ya hemos hablado ampliamente sobre el proyecto del Consejo Agroindustrial para la Exportación. Ahora la Federación de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas, que agrupa a los Consejos de todo el país, está preparando un trabajo cuyo primer borrador aparecería a fin de mes, con la idea de terminarlo en octubre y acercarlo a legisladores y al gobierno. Es un esquema tributario post pandemia. Se agrupa en el mismo renta y patrimonio. Consumo. Tributos locales. Seguridad social. Pymes. Procedimiento tributario. La coordinación general queda a cargo del presidente de la Federación, Dr. Silvio Rizza.
Sobre la reforma judicial, la senadora María de los Ángeles Sacnun expresó: “Estimo que sí habrá modificaciones. Estamos al aguardo de las propuestas. Esta semana trabajaremos en ello. Luego de escuchar a todos los expositores, evaluaremos posibles modificaciones”.
Por estas horas sólo se habla en el tema tarifas, de un aumento de las naftas –aún no confirmado-. Pero qué pasa con el resto de los suministros, cuyas tarifas están congeladas previo a las elecciones de agosto de 2019, durante el gobierno del presidente Macri. Consultado el Dr. Raúl Bertero, presidente del CEARE, dijo: “El atraso medido según la inflación sería cercano al 50%. El descongelamiento de tarifas debe ser encarado. No hacerlo, como ya se comprobó en el pasado, significa agrandar el problema hacia adelante y, de persistir, quedarse sin energía o tener que importarla mucho más cara. Claro que la recuperación debe ser gradual, especialmente en esta emergencia. Hay que seguir la capacidad adquisitiva de la población y actualizar las tarifas de acuerdo al aumento salarial de quienes trabajan. Para los comercios, los clubes y asociaciones y los desocupados, hay que tenderles un puente hasta que la situación mejore. También hay que acordar con las empresas inversiones en tecnología para mejorar el servicio. Una especie de keynesianismo tecnológico que prepare el desarrollo de un país moderno y progresista post-pandemia con medidores inteligentes para todos, movilidad eléctrica, energía solar fotovoltaica y térmica en viviendas sociales, crédito barato o reemplazo de impuestos para que la clase media pueda invertir en eficiencia energética y energía distribuida dando trabajo local como alternativa al ahorro en dólares. Es imprescindible llevar fibra óptica a los barrios de menores recursos para que internet y educación virtual pública para todos aseguren la imprescindible igualdad de oportunidades”.
Ante la pobreza, la política no debe claudicar ante sus internas, su soberbia. Para sumar así, en acuerdos que queden reflejados en políticas de Estado.