La tira que va por la hermandad de género y se queda a mitad de camino
Son siete historias o quizá una sola que habla de sororidad. “¡Basta de sororidad!”, grita Clara, el personaje de Mónica Antonópulos, cuando la crisis estalla y la hermandad entre mujeres camina por la cornisa. Así terminaron las siete protagonistas en el debut, sentadas en la cornisa del edificio de la polémica, definiendo, separadas y juntas a la vez, cómo será el futuro que se les viene.
“Separadas” arrancó con más dudas que certezas en el debut de este lunes en El Trece. No sólo porque el rating le fue esquivo, ya que lo más visto del día fue “El muro infernal” de Telefe, sino porque le faltó peso específico a la tira para enganchar al televidente. Quizá por apelar a un ritmo demasiado vertiginoso, la historia se presentó precipitadamente y el conflicto fue algo confuso.
Con libros de Marta Betoldi, Esteban del Campo y Josefina Licitra, “Separadas” llegó para copar el prime time de El Trece en lo que, a priori, será la única tira del año en horario central.
Celeste Cid, Marcela Kloosterboer, Agustina Cherri, Mónica Antonópulos, Julieta Zylberberg, Gimena Accardi y Julieta Nair Calvo encabezan el elenco femenino, bien secundado por los galanes Mariano Martínez, Sebastián Estevanez, Ludovico Di Santo y Victorio D’Alessandro. A ellos se suman el actor español Maxi Iglesias y Marco Antonio Caponi, que apareció solamente en una foto en el primer envío, pero es la piedra de la discordia.
Es que Caponi personifica a Fausto, el arquitecto que engañó a todas con un proyecto inmobiliario, juntó la platita y se fue del país. Nunca queda muy claro el vínculo de Fausto con las protagonistas y víctimas. Se sabe que Clara es su esposa y Martina (Cid) es su hermana; al tiempo que Luján (Kloosterboer), abogada y amante de Fausto, está en la vereda de enfrente de Paula (Zylberberg), que apostó al proyecto edilicio y ahora perdió todos los ahorros de su hija. En tanto, Inés (Calvo) cuida de su hermana Carolina (Accardi), con síndrome de Asperger, quienes se quedaron en la calle a partir de este caos.
La séptima pasajera es Romina (Cherri), una agente de policía que actúa como custodia del edificio que ahora está en litigio gracias al desfalco de Fausto. Por una cuestión de empatía de género, ella se solidarizará con las damnificadas y no podrá evitar coquetear con Diego (Martínez), quien en realidad es Joaquín Osorio,un agente encubierto que se hará pasar por arquitecto con el objetivo de descubrir qué hay detrás de las estafas inmobiliarias del tal Fausto, quien parece que emplea el mismo modus operandi no sólo en Buenos Aires sino también en otras ciudades.
Así las cosas, esta ficción que intenta alejarse del culebrón (pese a la omnipresencia de Sebastián Estevanez) apunta a ser un mix entre un policial y una telenovela pro sororidad, acorde a los tiempos que corren.
En rigor, la tira se aleja de la frivolidad de “Las Estrellas”, como se pensaba, y está más cercana a la onda de “Pequeña Victoria”, que terminó el mes pasado en Telefe, en lo que respecta a la empatía de género.
Hay una cuestión que debería corregirse para todos los primeros capítulos de las telenovelas, que es esa manía de querer contar mucho, sin mediar información suficiente para que eso que se cuenta se entienda más o menos claramente.
En lo que respecta al formato audiovisual, se usó con buen criterio la división de pantalla,en lo referido a la idea de mostrar un recurso supuestamente novedoso, pero el ritmo de la tira es tan vertiginoso, que atentó contra lo meramente comunicativo.
Quizá la tendencia generada por el formato Netflix sedujo a los directores de Polka, quienes le imprimieron una velocidad a la historia -con una cantidad de cabos sueltos sin mucho desarrollo- que se entendería más en una serie que en los tiempos que exige una telenovela de un canal de aire.
En síntesis, queda todavía mucho por desandar, lo que supone que la trama se irá acomodando para que los televidentes encuentren un espejo donde poder mirarse en esta historia. En definitiva, el éxito de “Separadas” dependerá de que se muevan algunas piezas para que la gente se junte frente a la tele para verla.