Rosario Central.

Negar el grado de injerencia que tienen los sentimientos en un deporte tan apasionante como el fútbol es entender poco de qué se trata la cosa. Porque si hay algo de que se nutre este juego es del goce que produce un buen resultado y la amargura que genera un traspié. Nada afuera de lo normal ni tampoco que no se conozca. ¿Qué tiene de llamativo este Central que finalizó la Superliga? Que puede ser un equipo armado, moldeado y diseñado para que las emociones sean el fruto de algo, pero que vive acurrucándose en los extremos, siempre a expensas de lo que dictamine el resultado. O todo es paz y armonía y las risas se multiplican o el oscurantismo hace de las suyas. No parece lo ideal ni aconsejable que un equipo vaya de un polo a otro y Central lo hace. El motivo a esta altura parece bastante conocido: la falta de un estilo de juego claro, que lo identifique. Por eso su suerte puede disparar hacia cualquier dirección.

   Central transita un proceso en el que necesita resultados y contra eso no hay absolutamente nada que decir. Por eso mientras los números sean complacientes y mientras la posición en la tabla lo mantenga en zona de clasificación a copas internacionales todo resultará más llevadero en Arroyito. Eso implicará también que sólo se preste atención o se haga en mayor proporción, a lo que dictaminen justamente esos números.

   Situarse exclusivamente en este 2020 ayudaría a simplificar el análisis. Cuanto menos colaboraría para que el hallazgo de las causas no implique un proceso tan complejo. Hoy es pararse frente al escenario de la propuesta, pero sobre todo de la cosecha de puntos de local y de visitante. Porque es en ese aspecto donde está la diferencia y donde los extremos se hacen más evidentes. Pero la cosa va un poco más allá de la localía.

   Central es hoy un equipo al que el resultado le determina la forma en la que debe vivir, si angustiado y con obligación de mejorar frente a una derrota o más aliviado producto de algún triunfo. Ahora, lo que no puede permitirse este equipo de Cocca es mostrar docilidad ni someterse plácidamente al dictamen de esas emociones.

   Pero las emociones hoy pueden más que cualquier cosa y el tema es el mientras tanto. Es que ni el técnico ni los jugadores parecen encontrarle la vuelta a cómo impedir que el fútbol para este equipo sean las luces en medio de una fiesta de gala o la angustia frente a la imposibilidad de poder poner un plato de comida sobre la mesa. Sin ese sostén que colabore para marcar un rumbo, todo quedará reducido a un resultado.

   Esa montaña rusa de sensaciones no es cuento y así transcurrió la vida de Central desde el reinicio de la competencia. Las victorias contra Huracán, Gimnasia y Arsenal, todas en el Gigante, mostraron una dirección. Las excursiones a Avellaneda, Florencio Varela y La Paternal (incluso la de Banfield, con un empate en el último minuto) marcaron otras coordenadas, contrapuestas por cierto.

   Quedarse con eso es jugar a la ruleta rusa en cada partido y someterse a la suerte que pueda correr el equipo. No es lo aconsejable, pero es lo que ocurre. Y así es como el equipo canalla va viendo si está para animarse a dar una pelea un poco más ambiciosa o si sólo le alcanza para saber que no debe sacar nunca los pies del barro de la lucha por la permanencia. Si hasta acá no se mencionó es porque no haga falta frente a la sencillez del análisis, pero se recuerda: este Central jamás pudo lograr cierta estabilidad en el juego y que eso le permita saber que puede ganar o perder de local o de visitante, pero siempre apostando por una determinada forma de moverse dentro de la cancha. Es esa falta de juego lo que pone al equipo a remolque del resultado. Y así es como se generan las sensaciones. Tiene la fortuna de que al menos de local se enciende y los flojos rendimientos no le resultan un impedimento para sentirse ganador, pero los riesgos que se corren en Arroyito son prácticamente los mismos que cuando le toca viajar. Quedar a expensas más de las virtudes y defectos del rival que de las propias no parece ser un buen negocio, pero hasta aquí los números no le demuestran tiranía. Pero entre tiranías y complacencias el humor en Central viaja de un extremo a otro. Es Central y su mundo de sensaciones.Advertisement

Hoy aparecerán algunos primeros indicios respecto a algunas decisiones que deberá tomar Diego Cocca de cara al partido del próximo lunes ante Colón, por la primera fecha de la Copa Superliga. El entrenador sabrá ya en el entrenamiento en qué situación física se encuentra Federico Martínez, a quien le realizarán estudios por imágenes por la lesión que sufrió el pasado viernes en la derrota en cancha de Argentinos Juniors. De todas formas, por más aventurado que parezca, el uruguayo tendría muy pocas chances de ser tenido en cuenta por el entrenador. Hoy mismo se conocerá el parte médico.

Lo que se informó minutos después de finalizado el encuentro ante Argentinos es que Martínez sufría una «mialgia en la cara anterior del muslo izquierdo» y que recién esta semana se le iban a realizar los estudios correspondientes. Esos análisis serán hoy y luego de esos resultados Cocca sabrá si podrá contar o no con el volante uruguayo. Por supuesto a lo que todos aspiran es que sólo se trate de una fuerte contractura y que no haya ninguna lesión muscular de importancia.

Martínez sintió una molestia en los primeros minutos del complemento, después de una fuerte entrada de Francis Mac Allister, por lo que tuvo que ser atendido afuera del campo de juego. Ingresó a los pocos segundos, pero en la primera acción en la que intervino miró rápidamente el banco de suplentes e hizo indicaciones de que no podía continuar. En su lugar ingresó Lucas Gamba.

En el segundo

El volante charrúa jugó en La Paternal recién su segundo partido en Central. Los primeros tres encuentros los vio desde afuera (ni siquiera integró el banco de suplentes), pero Cocca decidió darle la titularidad contra Arsenal. Tras el partido contra el bicho el técnico dijo que tenía muy claro que «debíamos llevarlo de a poco», aunque su lesión poco parece tener que ver con su condición física, ya que de esa forma fue un riesgo enorme el que se corrió también frente al conjunto de Sarandí, una semana antes.

Hasta que el cuerpo técnico de Central no tenga el resultado del estudio en la mano no sabrá de qué manera actuar con el volante ofensivo, pero las especulaciones refieren a que será complicado que pueda llegar al ciento por ciento para el próximo lunes.

De no poder contar con él, Cocca estará en la obligación de buscarle un reemplazante. Allí también es prematuro aventurar nombres, pero el propio Gamba es quien corre un paso adelante. De hecho cuando el uruguayo se metió entre los once fue en el lugar del mendocino.

No obstante, todo quedará sujeto a la decisión del entrenador canalla, quien podría incluir también algún retoque en el esquema táctico.

Las amarillas siguen y hoy hay tres que deben cuidarse

Las tarjetas amarillas no caducarán por la finalización de un torneo (Superliga) y el rápido inicio de otro (Copa Superliga). Es por eso que en Central seguirán en capilla tres futbolistas: Damián Martínez, Emanuel Brítez y Joaquín Pereyra. Por eso cualquiera de ellos que fuera amonestado

el lunes frente a Colón no podrá estar presente a la semana siguiente en Avellaneda frente a Racing. Sí se dará la particularidad de que si Martínez es amonestado deberá cumplir una fecha y no dos. Si hubiese visto la amarilla ante Argentinos Juniors hubieran sido dos fechas, pero como justo ese fin de semana se cumplió el plazo legal de la última sanción, a partir de ahora sólo deberá purgar una fecha.

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