Hasta el momento queda en prisión por dos meses al joven que mató a ladrones.
Acusado de haber atropellado y causado la muerte de dos ladrones en moto que minutos antes le habían robado una mochila con dinero a punta de pistola, Diego Pablo C. fue imputado ayer de homicidio simple y quedó en prisión preventiva por 60 días. La resolución despertó la bronca de unas 300 personas que se manifestaron frente al Centro de Justicia Penal (CJP) reclamando la libertad del imputado, pero no hubo mayores incidentes (ver página 24).
El fiscal Patricio Saldutti entendió que, con la evidencia recabada hasta el momento, no hay otra calificación legal que se ajuste a lo ocurrido aunque no descartó que surjan elementos que pudieran modificarla en los próximos días. El defensor Pablo Rajmil se opuso a ese encuadre jurídico alegando que su asistido no tuvo intención de matar y proponiendo atenuantes basados en la traumática situación que el joven de 25 años había vivido minutos antes a expensas de los delincuentes que lo habían amenazado de muerte para asaltarlo.
“No es mi función en esta audiencia determinar si usted es culpable o inocente”, le dijo el juez Román Lanzón al acusado en los tramos finales de la audiencia realizada ayer por videoconferencia. Finalmente, remarcando el carácter provisorio de esta instancia judicial, el magistrado concluyó en sintonía con el fiscal que la evidencia colectada hasta el momento exhibe dos secuencias claramente separadas: el robo del que fue víctima Diego y el posterior doble homicidio que, a seis cuadras de la primera escena, terminó causando cuando subió con su camioneta a una vereda y arrolló la moto en la que huían Diego Quiroga García y Luciano Escudero.
Precisamente un video exhibido durante la audiencia que registró ese momento de la mortal colisión instó al juez a sostener que alguien que maneje un vehículo en esas condiciones “no podría haber tenido otra intención” que causar la muerte, aunque aclaró: “Sí habrá que profundizar cual era su estado en ese momento”. Es que el juez tampoco cerró las puertas a la aparición de evidencia que sustente la emoción violenta que esgrimió la defensa como atenuante a la conducta homicida del acusado.