Volvía de hacer compras, quedó en medio de un tiroteo y murió baleada

Todas las noches Dora Ercilia Quiroga salía de su casa en el barrio conocido como «Tablada Sector 1», en Río de Janeiro al 3300, para acompañar a una amiga jubilada que vive en Manantiales y 24 de Septiembre. Caminaba seis cuadras y media, aprovechaba para hacer las compras e iba a preparar la cena de su amiga. Esa rutina la encontró el martes a la noche en medio de una infernal balacera a metros de un pasillo de Manantiales al 3700.

En esa cuadra con cuatro asesinatos en menos de un año, los tiroteos entre delincuentes son parte del paisaje. Un balazo perdido le perforó la espalda a Dora, que quedó agonizante sobre el pavimento. Su hija Camila llegó a los 10 minutos y cuando abrazó el cuerpo de su madre inerte notó que le habían robado, ya que le faltaban sus aros, una cadenita, una pulsera, la billetera y 500 pesos.

Zona del Viejo

Manantiales y 24 de Septiembre, en Vía Honda, es un punto en el mapa de Rosario donde se puede morir asesinado. Desde hace tiempo los vecinos cuentan que la zona, en lo referido a la venta de drogas, está monopolizada por Ariel «Viejo» Cantero, aunque se trataría de un emprendimiento personal por fuera de la marca de la banda.

En ese territorio se menciona como «gerentes» de Cantero a un tal «Willy» y a Nelson «Pandu» Aguirre, quien cumple condena por haber matado a Javier Barquilla en febrero de 2015 en Villa Banana. Además, en esta zona de la Vía Honda vive una mujer de 29 años apodada «Bibi» y sindicada como pareja del Viejo.

Tras la caída en desgracia de Cantero, aún preso condenado como uno de los líderes de Los Monos, el territorio quedó bajo fuego. La contraparte sería un hombre apodado «Gitano», a quien en noviembre pasado le mataron a balazos un hijo de 27 años en Valparaíso al 3700.

Rutina

Dora Quiroga tenía 64 años y era jubilada. Madre de seis hijos, hace dos décadas se instaló en Tablada Sector 1, barriada lindera a Avellaneda Oeste a la altura de Río de Janeiro. Allí vivía con dos de sus hijos.

Según contaron sus familiares todas las noches alrededor de las 20 Dora caminaba seis cuadras y media hasta la casa de una jubilada amiga a la que conocía desde hacía muchos años, en un pasillo ubicado en Manantiales y 24 de Septiembre. Esa rutina le insumía unas dos horas en las que cocinaba junto a su amiga, la acompañaba a cenar y luego regresaba a su casa para volver a comer con su familia.

Ayer los familiares de Quiroga sabían muy poco sobre lo ocurrido. Les contaron que Dora había comprado cinco kilos de arroz para compartir entre la casa de su amiga y la de su familia, y mientras caminaba quedó en medio de una balacera.

Demencial

Eran cerca de las 21 cuando un Renault Clio negro con tres o cuatro ocupantes, según consignó el área de prensa de Fiscalía Regional, perseguía a una moto Honda Tornado negra con dos hombres a bordo.

Según contaron los vecinos en su mecánica de fuga los motociclistas ingresaron al pasillo donde reside la amiga de Dora. Entonces la dinámica del destino colocó por un segundo a Quiroga en una línea de fuego demencial. Parte de una descarga, posiblemente una ráfaga calibre 9 milímetros, que partió desde el Clio en dirección al pasillo. Uno de esos proyectiles impactó en Dora a la altura del hombro derecho. Cayó sobre el pavimento, casi al ingreso al pasillo, un punto que los vecinos señalan como el ingreso a un punto de venta de droga.

«El problema acá es que hay muchos quioscos de venta de droga en poco espacios. Serán cinco o seis en pocas cuadras», explicó una vecina. Quiroga murió sobre el pavimento, pero antes, en medio de su agonía le robaron los pocos objetos de valor que llevaba y hasta unos kilos de arroz. Con eso se toparon sus familiares al abrazar su cuerpo en medio de la desesperación.

«Son soldaditos»

Al buscar reconocer los jugadores que participaron en la persecución los vecinos optaron por sintetizarlo bajo la frase «son soldaditos», sin especificar a quién responden. La mecánica del hecho es similar los tres asesinatos que precedieron al de Dora (ver aparte). Fiscalía consignó que «no se cuenta con elementos que la relacionen con la persecución por la cual resulta herida, sino que se encontraba en vía pública al momento del hecho».

Posteriormente, mientras el cadáver marchaba hacia el Instituto Médico Legal (IML) apareció incendiado en pasaje Asunción y Barra, a 35 cuadras de la escena del crimen, un Renault Clio de similares características al observado en la persecución que derivó en el asesinato. El vehículo tenía pedido de secuestro activo desde el 13 de enero pasado de la comisaría 2ª por haber sido robado en barrio República de la Sexta. En el capó presentaban un impacto de bala.

El caso es investigado por el fiscal de Homicidios Miguel Moreno quien comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC, ex PDI) para trabajar en un territorio que ayer se mostraba hostil, tanto para periodistas como para policías, a la hora de obtener testimonios.

El fiscal pidió una serie de expedientes judiciales provinciales y federales en los que se plasmaron hechos violentos en la zona para cruzar datos que puedan aportar a la investigación. Es ineludible que los crímenes descriptos tienen un contexto de pelea narco por territorio.

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