Un Van Gogh sevendió a 300 millones de dólares en Buenos Aires en 2019
Una pintura del famoso pintor holandés Vincent Van Gogh que salió de la Argentina por un valor de 300 millones de dólares en 2019 disparó ese año el rubro de exportaciones de arte y antigüedades en las encuestas del INDEC. La noticia se conoció recién ahora. El diario La Nación pudo confirmar de fuentes privadas que se trata de la pintura «El zuavo», «pese al hermetismo total alrededor de esta pieza». El diario logró determinar en fuentes del «coleccionismo argentino» que la valiosa obra fue parte de la colección de la familia Blaquier desde los años 70. Se vendió a un coleccionista de Estados Unidos o Luxemburgo.
Van Gogh pintó al soldado del regimiento de infantería al que se conocía como «zuavos» en 1888 durante una estancia en Arlés, en el sur de Francia. La pintura es un óleo sobre tela de 80,6 por 64,8 cm. A mediados de los años 60 pertenecía a la colección de Albert D. Lasker, un publicista texano. Llegó a Buenos Aires en 1968 como parte de la muestra «De Cezanne a Miró» que patrocinaba el MoMA de New York.
Hace poco, La Nación difundió un informe del INDEC que ponía al rubro de obras de arte al tope de las exportaciones en el mes de noviembre de 2019: ese rubro logró una facturación de 484.202.497 dólares. Se supo recién ahora que semejante cifra surgía de la exportación de dos «Nymphéas» del maestro mayor del impresionismo, Claude Monet (se vendieron en unos 100 millones de dólares cada una) y de un Van Gogh en 300 millones de dólares, que es el citado «Zuavo». El destino de las obras fue Luxemburgo y Estados Unidos, sin más precisiones. Una «fuente inobjetable» del coleccionismo argentino reveló que el Van Gogh era el mismo que se había exhibido en el Museo de Bellas Artes en 1968. Pero ¿cómo pasó de Lasker y el MoMa a una colección privada argentina? La Nación indaga en el exclusivo mundo del coleccionismo porteño, pero no llega a reconstruir en detalle la peripecia que llevó a la obra de Estados Unidos a Buenos Aires. Señala que el Van Gogh, uno de los muy pocos que han estado en colecciones argentinas, integraba un conjunto que «sobresalía por sus dos mil piezas de platería francesa». Se trata de la colección que formó el matrimonio de José Santamarina y Sarah Wilkinson entre los años 20 y los 40. Según escribe el historiador Marcelo Pacheco «varias piezas elegidas por Sarah Wilkinson pasaron luego a formar parte de la colección de Nelly Arrieta de Blaquier. «El zuavo» pertenecía a esta familia, hoy con cinco herederos.