Temen un aumento de los hechos de abuso sexual en cuarentena
Si bien desde el comienzo de la cuarentena han disminuido hasta casi la mitad las denuncias por abusos y otros delitos contra la integridad sexual, en las fiscalías de Rosario y Santa Fe preocupa que, por el contrario, los casos deben haber aumentado. La presunción parte de que el 85 por ciento de los casos de abuso sexual tiene como víctimas a niñas y niños menores de edad que llevan mas de 55 días sin ir a la escuela y otros centros de contención institucionales donde pueden llegar a animarse a revelar lo que les sucede.
«Los lugares de relevamiento de estos delitos son las escuelas, centros de salud y talleres a los cuales las víctimas no están asistiendo. Esos son los lugares donde pueden abrirse y hablar», sostiene Carla Cerliani, una de las fiscales de delitos contra la integridad sexual de Rosario. Esa disminución de las denuncias que contrapone al aumento de los hechos de abuso se explica en que el 85 por ciento de las víctimas son menores de edad que en general suelen tener un vínculo familiar o de convivencia con el abusador.
Menos pero más
Según datos de la Fiscalía Regional Rosario, antes del inicio del aislamiento social preventivo y obligatorio por la pandemia de Covid-19 se denunciaban en la zona entre 35 y 40 casos entre abusos sexuales y simples, además de otros tipos de agresiones que contra la integridad sexual. Esa cifra, transcurridos los primeros 25 días de cuarentena, se redujo a la mitad o menos. Posteriormente, a medida que se implementaban otros canales de denuncia y se flexibilizaba el aislamiento, las denuncias fueron aumentando sin llegar a los números anteriores.
«Hay menos denuncias pero no menos hechos. A pesar de todos los esfuerzos y los medios digitales o telefónicos que se habilitan. Es lógico, teniendo en cuenta que los menores de edad en general no pueden denunciar los abusos o siquiera detectarlos sin ayuda de un docente, médico o trabajador social de las instituciones con las cuales interactúan», explica Cerliani.
Desde la ciudad de Santa Fe la fiscal de delitos sexuales Alejandra del Río Ayala también observó una gran disminución de las denuncias que antes de la cuarentena oscilaban entre 25 y 30 por semana en el departamento que conforman la capital provincial y otras localidades. «Esto no quiere decir que no hay casos sino que no se están denunciando. Debe haber muchos y es preocupante saber que niños y niñas deben estar siendo abusados y no tienen forma de denunciar», señala la funcionaria.
No obstante, esa situación no implica que las fiscalías no tengan trabajo por estos días sino que aun hay investigaciones en curso que producen imputaciones o detenciones. «La semana pasada, por cuestiones de riesgos procesales, tuvimos detenciones en cuatro investigaciones, una con dos imputados. Pero no eran casos nuevos sino de denuncias recibidas desde septiembre del año pasado», explica Del Río, para agregar que la semana más reciente en la que estuvo de turno no recibió denuncias ni casos nuevos.
Desde Venado Tuerto, la fiscal Mariana Vidal indicó que «las dos primeras semanas de la cuarentena hubo una merma considerable en las denuncias de delitos sexuales y de género. Pasadas las dos primeras semanas los números volvieron a los habituales, que en esta zona no son tantos como en Rosario y Santa Fe».
La funcionaria venadense graficó que en esa regional que alberga una población total de 150 mil habitantes ingresan unas 30 denuncias mensuales por violencia de género y delitos sexuales en la comisaría de la mujer. Pero más allá de la cantidad, para la fiscal «se nota que faltan las denuncias sobre abuso sexual que surgen en ámbitos como la escuela y centros de salud; por eso que hay pocas denuncias y no se llegan a conocer los casos».
Reiterados en el tiempo
La primera semana de mayo un hombre de 37 años fue detenido en Santo Tomé en el marco de una investigación por abusos sexuales cometidos desde el año 2008. Las víctimas son dos mujeres y un hombre que fueron abusados cuando eran pequeños e iban a la escuela primaria. La fiscal Del Río lo imputó de abuso sexual con acceso carnal calificado, gravemente ultrajante, promoción a la corrupción de menores agravada y amenazas.
En la oportunidad destacó que los hechos fueron perpetrados cuando las víctimas eran muy chicas y en viviendas en las cuales, a raíz de diversas situaciones familiares, el acusado estaba a cargo de cuidarlas. Y detalló que, más allá de las particularidades de cada caso, se detectaron “patrones comunes en los tres: la reiteración de los abusos y su prolongación en el tiempo; la corta edad de las víctimas; la diferencia de edad entre abusador y abusados; el vínculo que los une y la naturalización de lo ocurrido en el grupo familiar”.
“En los tres casos es evidente que el imputado tuvo entidad suficiente para interferir en el libre y progresivo desarrollo sexual de las víctimas”, añadió la fiscal tras aquella audiencia imputativa, respecto de un delito cuyas consecuencias no suelen ser mitigadas por el paso del tiempo.
“Tanto acá como a nivel mundial, más del 85% de los casos de abuso sexual denunciados involucra a niñas, niños y adolescentes. En la gran mayoría el autor es un hombre conocido y en general suele ser un familiar. Y también hay una gran mayoría de casos iniciados cuando las víctimas eran menores y se vuelven crónicos”, define Cerliani sobre los patrones generales de los casos.
Sin escapatoria
Esos patrones que suelen repetirse como calcados al interior de las casas donde viven las víctimas explican la preocupación de las fiscales. “Se presume que los casos incluso pueden ser más, porque el hecho de que los chicos no tengan escapatoria y que estén encerrados con su agresor los expone más”, advierte Del Río.
“Una niña —agrega la fiscal de Santa Fe— que antes de la cuarentena venía siendo abusada y ahora está encerrada con su mamá y el agresor no tiene ninguna forma de canalizar lo que le pasa. No hay que olvidar que la mayoría de las víctimas no quiere contarle lo que les pasa a sus madres porque no quieren preocuparlas o hacerles daño. Y estamos hablando que hasta un 90% de estos casos son intrafamiliares o con un vínculo muy estrecho entre el abusador y la familia de la víctima”.
“Que no vayan a la escuela, al centro de día o a los talleres implica para las víctimas que no tienen un lugar por donde escapar”, resume Cerliani, para insistir: “La red social y educativa es mucho más que ir a la escuela y aprender. Es una red de contención para salir de esos lugares de secreto que permiten estos hechos de abuso”.