¿Se mantendrá la línea bergogliana o regresa el conservadurismo?

Lo que te voy a contar sobre el cónclave, seguro que todavía no lo escuchaste. Porque detrás de las puertas cerradas de la Capilla Sixtina, lo que está en juego no es solo un nombre, es el rumbo ideológico de la Iglesia para las próximas décadas.
Este miércoles empieza el cónclave y 135 electores tienen derecho a voto, pero hay dos ausentes por temas de salud. En total serán 133 los que elegirán al sucesor de Francisco, y la clave está en cómo piensan: 64 son moderados, 35 son progresistas, 39 son conservadores y hay 5 de los que se sabe poco.
Es altamente improbable que el Papa se decida en la primera votación. Por eso, en general se habla de la importancia de la quinta elección, que ocurre la segunda noche y es un punto de inflexión. En la primera votación, cada cardenal suele elegir a su candidato preferido. En la tercera, algunos cambian su voto buscando una figura que pueda aglutinar. Ahí empieza a verse si alguna minoría se vuelve influyente. Y la quinta suele ser decisiva: si alguna figura se acerca a los dos tercios, el resto suele alinearse rápido. No por devoción, sino para evitar enviar una señal de Iglesia dividida. Pero si eso no pasa, el día siguiente suele cambiar el juego: suelen descartarse los favoritos para dar lugar a los “tapados”.
Y sí, la edad influye. Un papable menor de 70 podría tener un pontificado largo. ¿Quieren eso los cardenales? No todos.
Los nombres que suenan más fuertes entre los progresistas son los del llamado “Francisco de Asia”, el filipino Luis Antonio Tagle, el italiano Matteo Zuppi y el maltés Mario Grech.
Entre los conservadores, destacan Peter Erdö, de Hungría; Robert Sarah, de Guinea; William Eijk, de Países Bajos, Peter Turkson de Ghana, el alemán Gerhard Müller y el estadounidense Raymond Burke. En el centro moderado está el favorito y secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin.
¿Se mantendrá la línea bergogliana o habrá un regreso al conservadurismo? Lo sabremos cuando haya humo blanco.
