«Hierro»

El apego a lo real y a lo local desde el punto de vista tanto de la historia como de la producción son las señas de identidad de “Hierro”, uno de los mayores éxitos hasta la fecha de la producción propia de Movistar+ cuya segunda temporada acaba de empezar a rodarse en Canarias.

   Coproducida junto a la gallega Portocabo y las francesas Atlantique Productions y Arte, la serie de intriga judicial protagonizada por Candela Peña y Darío Grandinetti fue vendida a más de quince países de Latinoamérica y Europa y sigue sumando.

   Pionera en España en la coproducción internacional -series rodadas en castellano pero pensadas para el mercado global- “Hierro” tuvo un largo camino desde que en 2015 el proyecto se presentó en la Berlinale en busca de financiación.

   Atresmedia se interesó por ella pero acabó echándose atrás porque no encajaba en el modelo de una televisión generalista. La entrada de Movistar+ fue el paso definitivo y abrió la puerta a otros socios, según ha contado a Efe el productor Alfonso Blanco (Portocabo).

   Esta ficción está inspirada en series como la inglesa “Broadchurch”, pero también en literatura policíaca, lo que el director Jorge Coira define como “un noir humanista del estilo de las novelas de Henning Mankell”, al tiempo que consideró que desde un principio el equipo creativo buscaba una ubicación singular para desarrollar su trama.

   Ninguno había estado nunca en El Hierro e inicialmente había otras opciones sobre la mesa, como el Valle de Arán, Finisterre, las Minas de Riotinto y las Bárdenas Reales, pero desde su primer viaje a la isla supieron que ése era el lugar.

   “Descubrimos que El Hierro era un microcosmos con su propio puerto, aeropuerto, policía judicial y aduanas, todos los elementos necesarios para el thriller concentrados en un espacio pequeño de 6.000 habitantes, lo que nos daba el ingrediente añadido del aislamiento, un lugar en el que todos se conocen y es difícil mantener secretos”, explica Blanco, apodado Fosco.

   Con un reparto mayoritariamente canario, la segunda temporada seguirá la línea de verosimilitud y realismo de la primera, en la que la historia emanaba de los personajes y no de múltiples puntos de giro efectistas. “Esto no es Chicago años 20, sabíamos que teníamos que ser lo más realistas posibles”, señala el guionista Pepe Coira.

   La serie, en la que también se destaca el rol de Matías Varela, integra y saca partido a otros elementos autóctonos como los paisajes herreños, desde las carreteras sinuosas al bosque de La Llanía o el sabinar, símbolo de resistencia que aparece en la cabecera, y tradiciones locales como la Bajada de la Virgen de los Reyes, la patrona, en la primera temporada, o la lucha canaria que aparecerá en la segunda.

   Desde el punto de vista de la producción, la apuesta de Portocabo que acaba de abrir oficina en Gran Canaria era clara con lo local y periférico, pese a las dificultades que eso entrañaba. “Canarias tiene un potencial gigantesco, pero también hemos tenido muchas trabas burocráticas”, afirma Blanco en diálogo con la agencia.

   Filmar una escena como la de un coche que arde en una explanada en la primera temporada requirió hasta seis permisos de diferentes entidades, desde el Cabildo al Ministerio de Transición Ecológica, el Gobierno canario o incluso de la Dirección General de Costas.

   Mover material a la isla fue otra odisea que acarreó picos de conflicto. “Con la legislación actual es más fácil meter todo en un portaaviones, desde una cámara hasta las botellas de agua, como hicieron en «Star Wars» (la última entrega rodó escenas en Canarias), pero lo que interesa es promover la industria local, no la política de tierra quemada”, concluyó el productor gallego.

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