El temor al contagio paraliza los puertos del Cordón Industrial
La preocupación de los obreros portuarios del Cordón Industrial crece día tras día. Los trabajadores advierten que la crisis sanitaria los expone directamente al coronavirus, especialmente en su frente de trabajo. La utilización de embarcaciones, donde el cruce con tripulaciones de todas partes del mundo es inevitable, convierte al sector en uno de los más vulnerables frente a la pandemia.
Los trabajadores solicitan que antes de que Sanidad de Frontera emita la libre práctica de los buques se cumplan los 14 días de resguardo, apoyándose en las medidas dictadas por el gobierno nacional.
Además, rechazan las acusaciones del sector empresarial sobre incumplimientos respecto de su trabajo y endilgan a las empresas una posición de infracción «al no cumplir con la obligación de confeccionar, publicar y poner en funcionamiento el plan de contingencias dispuesto por el protocolo nacional del Comité de Crisis para la prevención del Covid-19 en el transporte fluvial, marítimo y lacustre, esencial para que las terminales portuarias desarrollen su actividad».
¿Quiénes se harán cargo si se contagian los trabajadores y la enfermedad se propaga a la comunidad?, se preguntaron.
Y añadieron: «Quién responderá cuando por capricho de las cámaras empresariales los trabajadores, en el ir y venir a las terminales portuarias o a la cubierta de un buque, contagien a su familia. Seguramente no serán estos empresarios inescrupulosos», remarcaron.
En la Cooperativa y el Supa
Un capítulo aparte merece la situación que denuncian los obreros nucleados en la Cooperativa de Trabajos Portuarios de Puerto San Martín, quienes aseguran que además de la problemática mencionada, su condición se agrava porque la intervención dispuesta por la Justicia no sólo ya no se ocupa de la conducción de la entidad, sino que desatendió las acciones de profilaxis y seguridad sobre la masa de los 800 socios y empleados.
«No hay alcohol en gel, barbijos, guantes, ni control a las personas. Si alguien tiene un síntoma pasa desapercibido y eso nos pone a la defensiva. Tenemos miedo, no podemos trabajar así y por eso entendemos que muchos compañeros directamente avisaron que no vendrán a trabajar», explicó un estibador, agregando que no reciben apoyo por parte de la Cooperativa y de su actual interventor, Roberto Pasqualino.
Una situación similar experimentan los obreros afiliados al Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (Supa).
«Se encuentra intervenido y las autoridades desaparecieron. No se los ve por ningún lado, nos dejaron a la deriva. Estuvieron para pedir apoyo y hacer sus negocios, pero ahora que las papas queman no aparecen ni en figuritas», dijeron en alusión al fiscalizador, Marcelo Urban.
Otro estibador fue más contundente y asumió una encendida reivindicación de la conducción del líder portuario, Herme Juárez.
«Si estuviera don Juárez seguramente esto no pasaría porque cuando él dirigía primero se ocupaba del bienestar de todos los compañeros y después salíamos a trabajar. Teníamos la mejor vestimenta, todos los elementos de seguridad y cobrábamos en tiempo y forma. Si algún compañero o su familia tenía una emergencia podía recurrir a la administración. Hoy estamos verdaderamente abandonados», consignó el obrero.
«A una barcaza no voy»
Mientras el hombre dialogaba con La Capital, su afirmación fue reforzada por otro que pidió disculpas por interrumpir y le aclaró a su superior: «Les aviso para que lo tengan en cuenta, si en algún momento me quieren mandar a una barcaza, no me llamen. Para trabajar en celda sí. Pero en una barcaza, trabajando en un container de seis por seis con 20 o 25 monos, no cuenten conmigo. Tengo familia y la quiero proteger».
«Encima ahora nos vienen con la paritaria «bajas calorías». Tras que tenemos que bancarnos los riesgos, nos quieren bajar los sueldos. Y lo peor, es que la intervención del sindicato los avala, vaya a saber a cambio de qué. Para ellos, los estibadores ganamos mucho», agregó.
«Las intervenciones no sirven porque ponen gente sin experiencia ni conocimiento de la actividad portuaria. Acá se necesita gente que sepa. Nunca nos había pasado una cosa así, que nos desamparen nada menos que las entidades que se supone que están para cuidarnos y defendernos. Lo del sindicato directamente es una vergüenza, ese muchacho se tiene que ir ya», argumentaron.
La situación es tan grave que cuesta conseguir gente para mantener en pie los servicios. «Apenas logramos reunir la cantidad básica y quienes aceptan trabajar se quejan por la ausencia de elementos y medidas de prevención», acusaron desde el sector obrero.