A 80 años del nacimiento de Sandro: «Fue despreciado por el rock argentino, pese a ser uno de sus pioneros»

El 19 de agosto de 1945, hace hoy 80 años, nacía, en la porteñísima maternidad Sardá, Roberto Sánchez, muchísimo más conocido como Sandro, el nombre artístico que eligió para honrar a sus ancestros, de origen húngaro y gitano. Este 2025 también se cumplen 15 años de la desaparición de uno de los artistas más populares de Argentina y América Latina, un personaje fundamental para entender la música popular de esta parte del mundo y cuya figura está marcada por un sinfín de mitos, controversias y particulares lealtades.
Hoy unánimemente considerado como uno de los padres fundadores del rock argentino, a lo largo de buena parte de su carrera Sandro debió lidiar con el desprecio de buena parte de sus colegas y también de los críticos musicales. Mientras conquistaba América con canciones-himno como «Rosa, Rosa», «Trigal» y «Guitarras al viento», en su pago chico se lo miraba de costado.
«A Sandro, de una manera muy injusta, se lo criticó con mucha dureza porque teóricamente era comercial», afirma Mariano del Mazo, autor de Sandro, el fuego eterno, la biografía del cantante publicada hace unos años por editorial Aguilar. «Lo acusaban de ser el cantante de las empleadas domésticas y le pusieron encima el estigma de mersa».
– ¿Dónde pensás que pervive hoy el legado de Sandro en la música y la sociedad argentina?
– Sandro produce una suerte de síntesis de un montón de corrientes musicales, muchas de ellas muy argentinas, otras no tanto. El de Sandro fue un estilo que combinó su fascinación inicial por el rock and roll y por Elvis, pero también mucho de la balada italiana y la balada francesa patentada por Charles Aznavour, por ejemplo.
Pero también tuvo una influencia del fraseo de ciertos cantores de tango que él iba a ver en los clubes del sur de Buenos Aires. Él era muy fanático de Alberto Morán, uno de los grandes vocalistas de historia del tango, aparte un galán, un hombre que volvía loco a las mujeres, y, desde toda esa mezcla, Sandro hizo un estilo único.
Con el tiempo, uno puede escuchar a Sandro en un montón de inflexiones de bandas del rock argentino: pienso en Babasónicos y también, en su momento, en algunos fraseos de Palo Pandolfo. Puede parece un poco tirado de los pelos, pero la marca de Sandro es mucho más profunda de lo que se cree.
Y su vigencia es total. Hace poco, de hecho, se estrenó un musical en el Teatro Coliseo que es una suerte de recorrido por su obra, pero no imitado, sino versionado en serio, que fue todo un éxito.
Además, Sandro ha quedado cristalizado como un ídolo transversal que recorrió varias generaciones. Es un caso único, en el sentido que las fanáticas de la época de los años 70 le legaron la pasión a sus hijas y a sus nietas. Muchas de las “nenas” de Sandro, que todavía existen en cantidad, son las nietas de las originales, en una lealtad que atravesó las décadas y las generaciones. Ese también es un rasgo bastante singular del fenómeno Sandro.
P: Mencionabas recién a Babasónicos, ¿en qué artistas jóvenes ves rastros de Sandro? ¿En Catriel y Paco Amoroso, quizás?
E: A mí me cuesta pensar en la actual música urbana en relación con Sandro, porque lo suyo tenía más que ver con lo baladístico y con la estructura más tradicional de la canción.
Lo que sí siento es que todos estos chicos -Catriel, Paco Amoroso y los todos los de la escena urbana-, tienen un anclaje muy en la cultura popular, algo que recibieron como parte de una transmisión de padres a hijos, y son parte de una cadena que une eslabones como el tango, el rock y también a Sandro, en eso eso que se llama música popular argentina de raíz urbana.
P: ¿Cómo fue su vínculo con el rock argentino?
E: Fue bastante conflictivo, pese a la relevancia que su figura tuvo en los comienzos. Él fue un gran frecuentador de La Cueva, el famoso local donde se cocinó gran parte del primer rock argentino, donde tocaba gente como Litto Nebbia, Tanguito, Javier Martínez y Bernardo Baraj, entre tantos otros.
Sin embargo, después hubo un momento en el que muchos músicos jóvenes y, sobre todo, la crítica roquera, lo acusaron de comercial y así fue dejado de lado. Sandro fue ninguneado por el rock argentino hasta que Charly García lo convoca a participar del Tango 4, su disco junto a Pedro Aznar, en aquella inolvidable canción “Rompan todo”. Y, luego, a finales de la década del 90, Sony Music hace un disco que se llamó Tributo a Sandro, en el que le rindieron homenaje bandas como Divididos, los Cadillas, Attaque 77, Los Visitantes y Bersuit.
Creo que, hacia el final de su vida, se volvió una figura bastante unánime para el rock y generó un muy buen vínculo con las nuevas generaciones.
