A 30 años de la histórica consagración de Gabriela Sabatini en el US Open
El 8 de septiembre de 1990 el deporte argentino saboreaba un momento histórico, con la consagración de Gabriela Sabatini como campeona del abierto de los Estados Unidos tras ganarle con una actuación inolvidable la final a la alemana Steffi Graf, en el que fue su único título de Grand Slam.
Sabatini, la mejor tenista argentina de la historia, tenía apenas 20 años cuando alzó el trofeo de campeona luego de haber deslumbrado con su triunfo por 6-2 y 7-6 (7-4) a los 20.800 espectadores que se habían congregado en el estadio Louis Amstrong, de Flushing Meadows, en el barrio neoyorquino de Queen’s.
No fue casualidad que «Gaby» haya conquistado su único título grande en Nueva York, una ciudad muy especial en su carrera, donde el público siempre la cobijó como propia y presenció otras dos conquistas importantes, los Masters de 1988 tras vencer en la final a la tenista local Pam Shriver, y en 1994 luego de imponerse en el partido decisivo sobre otra estadounidense, Lindsay Davenport.
Tampoco fue casual que Sabatini conquistara el US Open de 1990 que fue a buscar desde un tiempo antes, cuando hizo un par de retoques en su juego y en su cuerpo técnico que motivaron cambios positivos, los que necesitaba para doblegar a la alemana Graf, considerada entre las mejores de la historia, con una colección de 22 títulos de Grand Slam.
En esos meses de 1990 previos al caluroso septiembre que albergó el US Open, Sabatini tomó una decisión trascendente en su carrera.
Gabriela decidió ponerle punto final a su vínculo con el entrenador español Ángel Giménez y comenzó una nueva etapa bajo la conducción del brasileño Carlos Kirmayr, quien le había causado muy buena impresión cuando se conocieron tres meses antes y con el que protagonizó su mejor etapa en el circuito.
Sabatini y Kirmayr comenzaron a ensayar en las canchas de césped del Hurlingham Club y el coach brasileño insistió en que tuviera una actitud más ofensiva, que subiera a la red a definir los puntos y también le modificó el saque, le cambió el lanzamiento de la pelota al momento de servir, en detalles que le dieron grandes resultados.
Esos cambios estratégicos le permitieron llegar muy bien preparada a Wimbledon y sobre el césped londinense la tenista nacida en el barrio porteño de Villa Devoto llegó hasta las semifinales.
La relación entre Gabriela y el brasileño se afianzó y antes del gran triunfo en Nueva York ya se percibían los cambios en su juego, pese a que en la gira previa sobre cemento no logró grandes resultados: perdió en las semifinales de Montreal y en los octavos de final de Los Angeles.
En el US Open, Sabatini comenzó a pasar rondas sin sufrir sobresaltos, con victorias cómodas sobre la estadounidense Kathy Jordan, la francesa Isabelle Demongeot, la belga Sabine Appelmans y en octavos de final la checa Helena Sukova, undécima favorita. En esos cuatro partidos no perdió ningún set y cedió apenas 13 games.
Las prematuras eliminaciones de la checa nacionalizada estadounidense Martina Navrátilová y de la serbia Mónica Seles, segunda y tercera favorita, respectivamente, detrás de Graf, le abrieron el cuadro y recién tuvo su primer marcador ajustado en cuartos de final frente a la georgiana Leila Meshki, a quien superó por 7-6 (7-5) y 6-4.
Sabatini comenzó a sentirse con posibilidades de alzar el trofeo en semifinales, cuando venció en tres sets a una de las rivales más duras que enfrentó durante su carrera: la dominicana Mary Joe Fernández, con un marcador de 7-5, 5-7 y 6-3.
En la final, Gabriela jugó en un nivel tan alto que dejó sin reacción a Graf para llevarse el set inicial por 6-2, y el partido se emparejó recién en el segundo que se definió en un tie break.
Con el marcador 6-4 y el saque, Gabriela dispuso de un «match point» que concretó luego de un tiro forzado de Graf que se elevó tras tocar la red, así pudo definir cómoda con un drive al límite que hizo dudar al juez de línea, pero no a ella, quien corrió a darle un abrazo a su inseparable hermano «Ova» y luego a Kirmayr.
Sabatini, quien ganó 27 títulos durante su carrera y alcanzó el tercer lugar del ranking mundial de la WTA, deslumbró en Nueva York para conquistar su único Grand Slam, algo que hasta ese momento únicamente había conseguido Guillermo Vilas, en una lista a la que luego se sumaron Gastón Gaudio y Juan Martín del Potro.