Murió «El Trinche» Carlovich, el mito del fútbol argentino: el talento rosarino de las historias imposibles.
Felipe Carlovich , la leyenda de Central Córdoba, murió a los 74 años en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, después de estar dos días en coma inducido tras el brutal ataque que sufrió, en la zona oeste de Rosario, para robarle su bicicleta . Su fallecimiento despertó mensajes de indignación en las redes sociales bajo el lema: «No murió, lo mataron». Un jugador mítico, que mereció documentales extranjeros y una revisión constante de su carrera.
Hay que creer. Está totalmente prohibido ser un agnóstico para abordar su vida. Todas y cada una de las historias que sobrevuelan son ciertas y punto. Las que se exageraron, las que nadie pudo comprobar y las que se determinaron que no eran completamente ciertas. Es necesario una reunión de todo el mundo del fútbol doméstico para que se determine que todo aquello que siempre se habló sobre el Trinche nadie tiene permitido a cuestionarlo. Así de simple. Rosario fue la cuna. Y toda la Argentina se convirtió en el territorio de la leyenda.
El Bar el Cairo, aunque pueda resultar imposible, se deshidrata de tanto llorar al mítico Trinche. Sí, la meca de las anécdotas de la pelota en Rosario, allí donde el café y los cuadraditos de milanesa acompañan las más acaloradas charlas sobre caños y gambetas, no sabe cómo explicar este viaje eterno de Carlovich. Es que allí, el hombre firmaba, en una hora, más autógrafos que Lionel Messi. Y no se discute.
Tenía elegancia para pararse en el medio de la cancha, era el propietario de una zurda de ensueño, transpiraba potrero, su empeine recitaba y si su inspiración le pedía jugar todo un partido sólo de taco, lo hacía. Eso era parte de su vida, una y mil historias. Sin registros que permitan darle crédito, pero con la fe intacta.
Que pateaba los penales sin carrera, que José Pekerman aseguró haber visto «el doble caño» en los pies del Trinche, que le pegó un baile bárbaro a la selección argentina en 1974, cuando fue convocado para un combinado de Rosario y hasta que lo sacaron en el primer tiempo por pedido de Vladislao Cap (el DT del equipo argentino) para evitar un papelón, ya que un jugador del ascenso (Central Córdoba) estaba dominando a la selección.
La brisa del Paraná bañó la mayoría de las historias que pusieron a Carlovich en la categoría de Diego Maradona. Pero para el Trinche la alegría nunca estuvo completa hasta hace algunos meses, cuando el Olimpo tuvo su gran cónclave en Rosario, con Diego como DT de Gimnasia: «Le hablé al oído a Diego y le dije que estoy hecho con esto, mi vida está completa. Después de conocerlo a Maradona me puedo ir (de esta vida) tranquilo. Tuve un lujo enorme que hacía años quería tener: conocer al mejor jugador del planeta. No se puede comparar a Maradona conmigo, hay mucho que aprender de él», contó Carlovich en una charla con radio Mitre. Y como no podía ser de otra manera, algunos aseguran que Maradona le dijo al Trinche: «Fuiste el mejor jugador que vi en mi vida».
Y cómo no iba a suceder, si hasta aseguran que Marcelo Bielsa estuvo dos años asistiendo a los partidos de Central Córdoba para ver jugar a Carlovich . Es un producto de Rosario Central, pero en el ascenso forjó su leyenda, en la B y en la C. Cada historia que lo rodea podrían haber sido escritas por el Negro Fontanarrosa, pero no, en el mundo Carlovich siempre todo fue posible. Como cuando César Luis Menotti lo convocó a un preseleccionado en 1976 y no se presentó porque se fue a pescar: «No sé si había salido a pescar o a una isla. No recuerdo. La respuesta que me dio fue que no pudo regresar porque el río estaba alto», contó el entrenador en Informe Robinson.
Incluso, quién se atrevería a contradecir la historia que relató en alguna oportunidad el propio Trinche en la que aseguró que un árbitro se arrepintió de haberlo echado y le pidió que se quede en el campo de juego: «En un partido con Central Córdoba me echaron. Me sacó la roja y la gente empezó a gritarle al juez. Me iba y me vino a buscar el referí. Me dice ‘no se vaya, quédese que no lo eché'», contó Carlovich.
Tierra en sus botines, siempre así, desde aquel 20 de abril de 1949 cuando se convirtió en el séptimo hijo de una pareja de yugoslavos que llegaron a la Argentina en 1929 . Su nombre sobrevuela en el barrio Belgrano, en el oeste rosarino. No importa la edad, el Trinche es y será parte de una anécdota con una pelota. Porque en Rosario Central también es referencia, aún cuando su huella casi no tiene registros. «Jugué un solo partido frente a Los Andes, pero en esa época no había un lugar para mí. Era en el final de los 60 y el técnico, Miguel Ignomiriello, prefería otro tipo de jugador», recordó hace años.
«Pase maestro, lo estábamos esperando», le dijeron a Carlovich. Y cómo dudar de esta bienvenida, si todo lo que sucedió con el Trinche es cierto desde el mismísimo instante que decidió ir tirar caños en otro lugar. Acá quedará el mito. El futbolista que pocos vieron jugar, que algunos disfrutaron y que todos veneran. «El Trinche», el jugador de las historias imposibles.