Una balacera planeada en la cárcel.
No es la primera vez que un conflicto intramuros en una cárcel santafesina tiene su correlato en un asesinato en las calles rosarinas. El escenario lleva a inferir que no será la última vez que un ataque a balazos sea ordenado desde un calabozo y la mano armada por la violencia termine con una víctima ajena a todo conflicto. La sensación es que el asesinato de Rafael Alejandro Carcerano, un muchacho de 24 años asesinado mientras miraba un “fulbito” de infantiles, pudo ser evitada. El martes Carcerano había llevado por primera vez a su hermanito de 6 años para que jugara en el Club San Cayetano , de Demestri al 6000, en barrio Bolatti. El destino quiso que mientras San Cayetano jugaba un amistoso con Pablo VI la calle Demestri, la de uno de los laterales del club, se transformara en escenario de una feroz balacera con más de 30 disparos. Uno de esos proyectiles calibre 9 milímetros dio en la espalda de Carcerano y lo mató delante de su hermanito.