Hong Kong salió a la calle contra la pérdida de libertades que impone China
Una marea de cientos de miles de manifestantes cubrió el centro de Hong Kong, en una gran protesta contra una ley que impulsa el régimen comunista de Pekín que permitiría la extradición de personas a la China continental. Si bien Hong Kong es parte de China desde 1997, mantiene un régimen especial, lo que le permite ser el único distrito del país que goza de libertades políticas y de expresión. El presidente chino Xi Xinping se ha propuesto terminar con esas libertades, que considera un peligroso ejemplo para el resto de China.
La enorme protesta se realizó tres días antes de que el gobierno local lleve la propuesta de extradición a la legislatura, con la idea de aprobarla a fines de mes. La policía local estimó que la participación fue de alrededor de 240.000 personas, pero los organizadores de la marcha, el Frente Civil de Derechos Humanos, estimaron que la multitud superó el millón de personas, lo que posiblemente convierte a la manifestación en la más grande de la historia de Hong Kong. El diario South China Morning Post reportó hasta 500.000 personas. Más allá del número, es evidente que los hongkoneses salieron a las calles, unidos en su rechazo a la ley que permitirá extradiciones a las temidas prisiones chinas.
Carrie Lam, la impopular jefa del gobierno hongkonés, ha seguido adelante con el proyecto pese a las críticas generalizadas de grupos de derechos humanos, estudiantes, abogados y empresarios. El sistema legal chino no garantiza ni remotamente los mismos derechos que Hong Kong, con su status de región semiautónoma y su tradición que se basa en el derecho anglosajón.
Denise Ho, cantante y activista, dijo que Hong Kong parecía revitalizado políticamente. “La gente está empezando a ver lo horrible que es este proyecto de ley que ellos están impulsando,”
A Hong Kong se le garantizó el derecho a conservar sus propios sistemas sociales, legales y políticos durante los 50 años posteriores a su traspaso del gobierno británico al chino en 1997, en el marco denominado “un país, dos sistemas”. Desde que Xi Xinping llegó al poder, ese pacto ha comenzado a no cumplirse. El gobernante Partido Comunista de China ha forzado cambios legales impopulares. A diferencia de los demás habitantes de China, el hongkonés está acostumbrado desde hace generaciones a gozar de libertades de expresión y derechos políticos amplios. Ahora ve cómo sistemáticamente se van recortando esas libertades. Hong Kong limita las extradiciones a las jurisdicciones con las que tiene acuerdos de extradición existentes, según una ley aprobada antes de 1997. China fue excluida, por su asboluta falta de garantías, su nula independencia del sistema judicial y las masivas violaciones de los derechos humanos del régimen comunista. Las autoridades chinas persiguen a los opositores mediante la praxis de acusarlos de crímenes dudosos, como evasión fiscal. El gobierno local de Hong Kong, proclive a Pekín, argumenta que las revisiones de las extradiciones a China eran necesarias para cerrar presuntas lagunas legales, pero los opositores dicen que es una evidente excusa para reducir la independencia de Hong Kong.
En las calles podía verse un muestrario completo de la abigarrada sociedad de Hong Kong. Abogados corporativos y estudiantes universitarios, amas de casa y líderes religiosos, trabajadores migrantes y artistas, protagonizaron una de las mayores manifestaciones de la historia de Hong Kong. Poco después de la medianoche, cuando expiró el permiso del gobierno para la manifestación, cientos de manifestantes que intentaron realizar una sentada en el edificio legislativo de Hong Kong fueron reprimidos por la policía con pistolas pulverizadoras de gas pimienta y arrestos.
Horas antes, y a pesar del calor sofocante y las nubes de tormenta que se acumulaban sobre la ciudad, cientos de miles de personas participaron de la marcha, en escenas que recordaron el “movimiento de los paraguas” de 2014 y un mitín masivo en 2003, que efectivamente archivó un proyecto de ley de “sedición” respaldada por Pekín. De modo que los intentos chinos de someter a Hong Kong son de larga data: es evidente que la ex colonia es percibida como un foco peligroso por la concepción represiva comunistao. Hong Kong fue el modelo económico que tomó China desde 1978, bajo Deng Ziao Ping, para lograr el despegue de la economía china a base de fuertes dosis de capitalismo. Pero en materia de libertades democráticas el régimen siempre negó el menor cambio o apertura. El 4 de junio pasado se conmemoraron los 30 años de la represión de las protestas estudiantiles de plaza Tiananmén, masacre ordenada por el propio Deng.
Los críticos del proyecto de ley, que incluyen a muchos miembros de la comunidad legal y judicial de la ciudad, dicen que la medida daría a las autoridades chinas el poder de extraditar a los opositores políticos sin ninguna supervisión legislativa local.
Escalada represiva
La ciudad se ha visto sacudida desde 2016 por el creciente alcance de las fuerzas de seguridad chinas, que han secuestrado a editores y ejecutivos de empresas disidentes de las calles sin la cobertura legal de los procedimientos de extradición.
La antigua colonia británica también ha visto cómo se reducen las libertades electorales y de prensa. La ley de extradición, según abogados, empresarios y organizaciones sin fines de lucro de Hong Kong, sería un golpe mortal a la autonomía política de la ciudad. Horas antes del inicio de la marcha, el gobierno de Hong Kong dijo que la ley propuesta no tendría “ningún impacto, interferencia o efecto paralizante en la libertad de reunión, de prensa, de expresión, de libertad académica o de publicación; ni se relacionaría con delitos de naturaleza política”. Las salvaguardias se han incorporado en el sistema judicial de Hong Kong, que opera “libre de cualquier interferencia”.
Esas declaraciones no lograron mantener a los manifestantes en casa. Durante horas, salieron del metro, a través de calles y paradas de autobús hacia la principal arteria este-oeste, Hennessey Road, formando una lenta procesión que se extendía por kilómetros a lo largo del bulevar, parecido a un cañón. Los manifestantes atravesaron las barricadas de la policía y bajaron por Hennessy Road para rodear el edificio legislativo de Hong Kong.