Francisco expresó su «vergüenza» por los abusos de miles de niños cometidos por la Iglesia francesa

Un documento dado a conocer por una comisión independiente sostiene que unos 3.000 abusadores de niños, dos tercios de ellos sacerdotes, trabajaron en la Iglesia en los últimos 70 años.

El papa Francisco expresó su «vergüenza» por los abusos sexuales a cerca de 216.000 niños y revelados en un informe difundido el martes que detalla los ataques cometidos por parte de los miembros de la Iglesia francesa en los últimos 70 años.

«Deseo expresar a las víctimas mi tristeza, mi dolor por los traumas que sufrieron y también mi vergüenza, nuestra vergüenza», expresó el pontífice durante la Audiencia General que encabezó en el Vaticano.

«Mi vergüenza por gran incapacidad de la Iglesia de meterlos en el centro de sus preocupaciones, asegurándoles mi oración»

El documento dado a conocer el martes por una comisión independiente, de 2.500 páginas, sostiene que unos 3.000 abusadores de niños, dos tercios de ellos sacerdotes, trabajaron en la Iglesia durante ese período.

«Mi vergüenza por gran incapacidad de la Iglesia de meterlos en el centro de sus preocupaciones, asegurándoles mi oración», agregó Jorge Bergoglio.

«Rezo, recemos juntos, este es el momento de la vergüenza. Ánimo a los obispos y a superiores religiosos a continuar cumpliendo todos los esfuerzos para que no se repitan dramas similares», agregó el Papa.

La estimación, basada en investigaciones científicas, incluye abusos cometidos por sacerdotes y otros clérigos, así como por personas no religiosas involucradas en la Iglesia

El presidente de la comisión que emitió el informe, Jean-Marc Sauvé, dijo que la estimación, basada en investigaciones científicas, incluye abusos cometidos por sacerdotes y otros clérigos, así como por personas no religiosas involucradas en la Iglesia.

En ese marco, el Papa expresó «cercanía y apoyo paterno a los sacerdotes franceses frente a esta prueba que es dura, pero es saludable», al tiempo que invitó «a los catolicos franceses a asumir su responsabilidad para garantizar que la Iglesia sea una casa segura para todos».

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