El promedio de la mala praxis

Podrá la comisión directiva remanente de Newell’s en su último año de mandato sacar al club del fango futbolístico en el que lo hundieron?

   La pregunta es concreta. La respuesta es imprevisible. Y mete miedo. Tanto que muchos hoy prefieren no pensarla. Aunque esa preocupación permanezca latente sin dar tregua. Y llene de angustia a todos los hinchas rojinegros.

   Pero en ese itinerario donde la urgencia impone aproximarse a cierta certeza para que el simpatizante pueda anclar su ilusión, asoman otros interrogantes que esmerilan aún más la escasa confianza.

   ¿Qué hace suponer que los directivos artífices de este presente deportivo calamitoso tengan posibilidades de remediar lo que produjo su mala praxis?

   En la revisión de los sucesos sólo aparecen elementos que configuran la explicación a este presente sombrío.

Newell’s decanta en esta crisis por la acción de una comisión que se fue desintegrando a medida que errática y tambaleante surcó el camino del oprobio. Recorrido en el que exhibió sin pudor sus mezquindades y limitaciones. Allí donde nacen y radican los exiguos 52 puntos sumados en dos temporadas, que proyectados representan un promedio de descenso.

   Describir la historia de la actual gestión del club demandaría tantas páginas como adjetivos de innecesaria escritura, porque esos 52 puntos definen y resumen al desgobierno que hizo naufragar a Newell’s en el peor de los mares.

   No obstante, quizás una mirada más optimista pueda apoyar su quimera en que Newell’s superará el mal trance desde el control que por vía judicial el club encontró en lo económico y financiero, hecho que permitió que la debacle no sea también institucional y política. Aunque haya faltado poco.

   Pero mientras los expedientes se dirimen en tribunales, el deporte se define en el juego. Porque un club de fútbol vive del fútbol. Social, económica e institucionalmente. Y es allí donde Newell’s más sufre. Aunque algunos pretenciosos quieran maquillar la realidad con actos efectistas para aparentar ser lo que no son, porque no hay pirotecnia que pueda disimular este presente futbolístico que ya es delicado.

   Un momento complicado que no se resuelve montando escenarios egocéntricos con socios más reconocidos que comprometidos. O haciendo contactos con cierto poder económico del fútbol porteño para delinear la idea de un fideicomiso deportivo. Ni con la búsqueda de impulsos mediáticos desde Buenos Aires con impostores de la pasión. Ni haciendo circular nombres de entrenadores como si fueran pócimas milagrosas.

   Entre tanta falta de creatividad, el regreso simbólico de Jorge Bernardo Griffa asoma como un oasis. Ojalá no sólo se trate de un acto demagógico y lo escuchen. Porque con sus consejos hasta pueden encontrar un plan de emergencia que les permita salir del fondo. Y se alude a un plan porque el club carece de uno. En todo este tiempo no fueron capaces de diseñar y desarrollar un proyecto futbolístico. Con los recursos existentes en el plantel y algunos por sumar, enmarcados por una idea, pueden sortear la tormenta.

   Newell’s necesita superar esta compleja situación para llegar sin apremios al indispensable recambio de gobierno que las elecciones determinarán. Si lo logra, el futuro tendrá un promedio mejor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *