Debate de candidatos a vicepresidente en EEUU: menos gritos y posiciones más articuladas.

Se trató del primer y único debate de los vices de la campaña estadounidense. Hubo ataques, acusaciones e interrupciones, pero todo se mantuvo muy cordial y organizado, un claro contraste con el primer debate presidencial que protagonizaron Trump y el candidato opositor Joe Biden la semana pasada.

Tanto el vicepresidente y candidato a la reelección, Mike Pence, como su rival demócrata, la senadora Kamala Harris, demostraron en el primer y único debate de los vices de la campaña estadounidense que son más articulados y capaces de presentar y defender las propuestas políticas que sus compañeros de fórmula.

El tradicional debate entre los candidatos a vicepresidente en Estados Unidos sumó esta vez el componente de que el presidente Donald Trump está contagiado por coronavirus, y que no importa quién gane en noviembre, será uno de los presidentes más viejos de la historia del país: el actual mandatario tiene 74 años, Biden, 77.

Hubo ataques, acusaciones e interrupciones, pero todo se mantuvo muy cordial y organizado, un claro contraste con el primer debate presidencial que protagonizaron Trump y el candidato opositor Joe Biden la semana pasada.

Con mucha civilidad, ambos esquivaron temas incómodos como la edad de sus compañeros de fórmula y el hecho que ninguno publicó sus historias médicas, y también evitaron responder qué harían si la elección termina con una de las campañas no reconociendo el resultado.

El debate se realizó en la Universidad de Utah, en la ciudad de Salt Lake, con muy poco público en el auditorio, todos separados según las medidas de distanciamiento social y con tapabocas, esta vez un requisito obligatorio.

La moderadora de esta jornada fue la periodista del diario USA Today Susan Page y los dos candidatos estuvieron separados por dos mamparas transparentes, para evitar cualquier posible contagio.

La jornada comenzó con el principal tema del momento: la pandemia.

«Vimos el mayor fracaso de un presidente en la historia del país», sentenció Harris y describió cuál será el plan de su compañero de fórmula: «Biden tiene un plan para rastrear y testear y para asegurarse que la vacuna será gratis para todos.»

Pence le contestó con una acusación.

«El plan de Biden se parece mucho a lo que mi equipo y el presidente Trump hemos hecho hasta ahora. Se parece mucho a un plagio», aseguró el vicepresidente, aunque luego acusó a los candidatos opositores de querer limitar las libertades de los ciudadanos con las restricciones que proponen.

«Trump y yo confiamos en la gente y en que van a tomar buenas decisiones. Se trata de respetar al pueblo estadounidense y sus libertades», aseguró Pence, quien lideró el equipo especial del Gobierno para la pandemia.

El país es el más golpeado del mundo con más de 7,5 millones de casos confirmados y más de 211.000 muertos.

Harris dedicó gran parte de su tiempo -como Biden hace una semana- a desmentir que hayan adoptado la agenda del ala más progresista del Partido Demócrata: aclaró que no aumentarán los impuestos a aquellos que ganen menos de 400.000 dólares anuales y no prohibirán el fracking, un método muy criticado por ambientalistas para facilitar la explotación de hidrocarburos.

Pence, por su parte, esquivó -al igual que Trump en su debate- responder si creía en el cambio climático. «El clima está cambiando, estamos viendo las señales», respondió y ratificó que su Gobierno «seguirá poniendo primero los puestos de trabajo».

Recién en la segunda mitad, Pence empezó a utilizar algunas de las palabras más ideológicamente cargadas que suele lanzar Trump: acusó a Harris de tener «una agenda radical» y de ser «la miembro más liberal del Senado», y a Biden de ser «el principal promotor de China».

Un tema en el que ambos se mostraron cómodos fue justamente una de las áreas que suele ser central para un vicepresidente en Estados Unidos: la política exterior.

«El enfoque del Gobierno de Trump hacia China resultó en la perdida de vidas estadounidenses y de puestos de trabajo estadounidenses, y en un aumento de precios. Esto se debe a un fracaso de liderazgo», sentenció Harris y luego criticó la relación con países aliados, como los miembros de la alianza militar OTAN: «A los amigos no se los abandona, se los apoya. Se mantienen las promesas.»

Rápidamente, Pence le respondió: «El presidente Trump mantuvo su promesa cuando movió la embajada en Israel a Jerusalén. Biden lo había prometido y no lo hizo.»

Otro de los temas centrales de la agenda política actual de Washington que surgió en el debate fue la nominación de una jueza conservadora para cubrir antes de las elecciones la vacante que dejó la referente feminista Ruth Bader Guinsburg en la Corte Suprema.

Pence evitó responder si apoya la anulación del fallo que legalizó el aborto, pero ratificó su posición a favor «del derecho a la vida» y pidió a la oposición demócrata que la nominada de Trump, la jueza Amy Coney Barrett, «no reciba el mismo trato agresivo que recibieron los anteriores nominados» por el Gobierno y, especialmente, no sea atacada «por su fe cristiana».

Harris ratificó que el aborto «debería ser una decisión de cada mujer», pero advirtió que éste no será el único tema importante que debe tratar la Corte Suprema en las próximas semanas y meses: «También decidirá sobre la ley de cuidado de salud asequible (más conocida como Obamacare) en medio de la pandemia.»

La senadora evitó responder, sin embargo, si apoyaría una ampliación de la Corte Suprema, si Trump logra ratificar a Coney Barrett y consolidar una mayoría conservadora en el tribunal.

Hacia el final de la discusión, uno de los momentos más álgidos -aunque siempre cordial y organizado- se centró en la violencia racial.

«Nunca vamos a condonar la violencia, pero siempre vamos a pelear por alcanzar nuestros ideales. Necesitamos reformas de la policía y el sistema penal: vamos a prohibir el ahorcamiento en las detenciones policiales, vamos a crear un registro de policías con condenas, vamos a descriminalizar la marihuana», prometió Harris.

Pence condenó algunos de los casos de brutalidad policial que más resonaron este año, pero se concentró en «los disturbios y saqueos» en que derivaron parte de las protestas antirracistas en varias ciudades.

«Nada justifica eso», afirmó y marcó una diferencia central con la campaña demócrata en este tema: «No hay racismo sistémico en Estados Unidos ni en la policía. Decir eso es vergonzoso. Trump y yo apoyamos absolutamente a los departamentos de policía.”

Pence también rechazó las acusaciones de Harris de que Trump apoya a grupos supremacistas blancos y argumentó: «El presidente tiene nietos judíos».

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