Con un tuit, Trump relanza la guerra comercial con China

Después de casi un año de declarar la guerra comercial a China y de meses de negociaciones sin resultados a la vista, ayer Donald Trump aprovechó el domingo para declarar a que dará fin a la suspensión de una tregua forjada en Buenos Aires durante la cumbre del G-20 de diciembre pasado. Mediante su herramienta de comunicación favorita, Twitter, Trump anunció que el próximo viernes elevará del 10 por ciento al 25 por ciento los aranceles que su país aplica a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares. Pero Trump promete aplicar ese 25 por ciento al total de importaciones chinas. Aquella subida se había suspendido en una cumbre entre Trump y su par Xi Xinping el pasado 1º de diciembre en Buenos Aires.

Trump se quejó en Twitter de la falta de avances en casi un año de negociaciones con Pekín. La negociación, dijo, “continúa, pero demasiado lenta, e intentan renegociar. No!” La batalla arancelaria acaba de cumplir 300 días. Hasta ahora se han celebrado diez rondas de negociación y en los últimos días se especuló con que el acuerdo podía llegar este próximo viernes. Pero el presidente tomó su celular y dejó claro que está perdiendo la paciencia. Trump ya accedió dos veces a aplazar esta suba de aranceles para dar margen a las conversaciones, y el acuerdo sigue sin cerrarse.

En el primer tuit dominguero, Trump recuerda que ya se están aplicando desde hace 10 meses aranceles del 25 por ciento a bienes de alta tecnología importados de China por valor de 50.000 millones de dólares, y del 10 por ciento en otros bienes por 200.000 millones. “Estas tasas son en parte responsables de nuestros grandes resultados económicos”, afirma Trump, para luego anunciar que desde el viernes ese “10 por ciento subirá al 25 por ciento”. En un segundo mensaje el presidente señala que los 325.000 millones restantes de bienes que se importa de China siguen libres de impuestos. Pero advierte que “pronto” esos productos también estarán sujetos a un arancel del 25 por ciento. Esto supondría que el total de las importaciones de bienes que llegan de China a Estados Unidos soportarían unos aranceles del 25 por ciento.

Las represalias adoptadas a cambio por Pekín, sostiene el mandatario, están teniendo “poco impacto”. A diferencia de las anteriores rondas, tras la décima que concluyó el pasado miércoles en Pekín no trascendieron detalles. Los negociadores tan solo se limitaron a decir que el encuentro fue muy productivo y acordaron darse cita en Washington para continuar trabajando el pacto y evitar una escalada de consecuencias impredecibles. Pero el tuit de Trump revela que las posiciones siguen alejadas.

Como suele ser habitual en estas negociaciones, lo más complejo se ha dejado para el final. EEUU se concentró en “aspectos estructurales”, como los subsidios chinos a sus compañías, y otras cuestiones para lograr “reequilibrio” de los intercambios comerciales.

China se comprometió a elevar sus compras de productos energéticos y agrícolas estadounidenses junto a una fuerte rebaja de aranceles a bienes de EEUU. El presidente estadounidense ya advirtió a finales del año pasado de que, si ambas naciones no alcanzaban un acuerdo antes del 1º de marzo, se aplicaría esta subida. Sin embargo, finalmente optó por prorrogar este plazo para dar margen a las negociaciones. Desde diciembre, Pekín ha bajado aranceles a los vehículos de EEUU, reanudó la compra de soja y presentó un proyecto de ley para prohibir la transferencia forzada de tecnologías.

Propiedad intelectual

Como condición para no aumentar sus aranceles, Washington quiere que Pekín se comprometa a proteger la propiedad intelectual de estadounidenses. China es acusada por EEUU desde hace décadas de robar secretos tecnológicos y derechos de autor de bienes comerciales. Otras naciones con economías de alta tecnología también acusan a Pekín de robo intelectual.

Trump llevó a la práctica sus amenazas de campaña con tres series de medidas arancelarias impuestas sobre productos chinos valorados en 250.000 millones de dólares. Eso equivale a algo más de la mitad de los 540.000 millones que EEUU importó el pasado año de China. Pekín respondió con aranceles sobre 110.000 millones, qeu es casi la totalidad de los 130.000 millones estadounidenses a China. El déficit comercial con China marcó el pasado año un récord de 419.200 millones de dólares, frente a 375.500 millones en 2017. Es prácticamente la mitad de los 891.000 millones de déficit comercial global de EEUU. Este enorme déficit comercial bilateral es lo que Trump busca recortar de algún modo. China se ha financiado durante décadas con las enormes compras de EEUU y otros países desarrollados. Este desequilibrio es el que en gran medida ha sustentado el crecimiento galopante de la economía industrial china en los últimos 25 o 30 años.

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