Murió Tom Lupo, la lúcida voz que acercó a rockeros emergentes y poetas al gran público.
El periodista y escritor Tom Lupo, uno de los más importantes difusores de bandas emergentes de rock en la década del 80, y también de la obra de grandes poetas, murió a las 2.30 de hoy en su casa ubicada en esta ciudad por causas que no fueron determinadas aún, confirmó a Télam su pareja, Marina Getino.
«Yo quiero ser el que era», fue la última frase que dijo a su compañera, poco antes de quedarse dormido, en alusión a los problemas de salud que sufría desde el grave accidente automovilístico sufrido en 2015, que lo dejó postrado con severos problemas neurológicos.
Desde ese entonces, la labor activa del periodista de 74 años, que desde 2007 era parte del staff de Radio Nacional, se había interrumpido, aunque este año era parte de la programación a través del ciclo «Grabaciones encontradas», que emite viejas entrevistas presentadas por el músico León Gieco, su amigo personal, contó a esta agencia Martín Giménez, gerente artístico de la señal estatal.
Nacido en Charata, Chaco, Tom Lupo, cuyo verdadero nombre era Carlos Galenternik pero se había rebautizado artísticamente inspirado en el estadounidense Tom Wolfe, era psicoanalista y docente en la Universidad de Lomas de Zamora, pero se destacó fundamentalmente como un hombre ligado a los medios de comunicación, inclinado a difundir distintas expresiones culturales.
En tal sentido, fue una figura reconocida en la radio y la televisión, pero también tuvo incursiones en el cine, encabezó innumerables recitales de poesía y grabó discos con recitados de obras de famosos autores.
La profunda voz de Tom Lupo comenzó a hacerse familiar para los oyentes a partir de su columna en el mítico programa radial de los años 80 «Submarino amarillo», que se emitía por Radio del Plata.
Tanto allí como en otros ciclos que encabezó, se encargó de dar a conocer al gran público a bandas emergentes del rock argentino de la época como Sumo, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Soda Stereo, Los Ratones Paranoicos y Los Fabulosos Cadillacs, entre otros.
En aquellos años también condujo el «Tom Lupo Show» por Radio Municipal y tuvo intervenciones en el recordado ciclo «El loco de la colina», que encabezaba Carlos de la Rúa.
Desde su rol de difusor del rock argentino, había alcanzado un grado de amistad muy grande con el líder de Sumo, Luca Prodán, con quien realizó memorables entrevistas y hasta algunos pasos de comedia que pueden verse en distintos documentales.
Cada reportaje o intervención de Lupo en los medios de comunicación se destacaban por el gran bagaje cultural que ponía de manifiesto en cada pregunta o comentario que realizaba, algo que lo diferenciaba de muchos de sus colegas.
A nivel gráfico también hizo su aporte a la cultura joven y la poesía como editor de las revistas Alfonsina, Banana y Twist y gritos, además de colaborar en otras publicaciones.
Su impronta, que combinaba una gran información cultural con una enorme dosis de humor paródico, también fue puesta de manifiesto en diversos ciclos televisivos como «Agenda cultural» y «Neosonido 2002», por la Televisión Pública; y en «Volver Rock», un recordado envío que condujo junto a Caterina Spinetta.
En televisión, también puso la voz en off en el ciclo documental «Rockeros», que pudo verse en el Canal Encuentro, entre otros.
Pero también aportó su estilo descontracturado en «Medios y comunicación», un programa que analizaba discursos televisivos junto al semiólogo Oscar Steimberg; y como panelista de «El lugar del medio», un ciclo de temática similar.
La poesía fue otra de las expresiones a las que Lupo se ocupó de divulgar entre el público masivo a través de diversos recitales en los que abordaba obras de Federico García Lorca, Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo, Alejandra Pizarnik, Raúl González Tuñón y Fernando Pessoa.
Incluso, fue parte del grupo Verbonautas, en el que también se integraba el músico Palo Pandolfo, un colectivo creativo y de difusión; y editó los discos de recitados «En mi propia lengua», musicalizado por Fernando Samalea; y «Giro Hondo», con textos de Oliverio Girondo.
También publicó dos libros: uno en 1979, firmado con su nombre real, titulado «Palabras para la esfigie», sobre poesía y psicoanálisis; y «Entre muebles y sombras», en 2004, con diversos escritos y pensamientos de su autoría.
En cine, participó en ocho filmes, entre los que destacan «Luca vive», de Jorge Coscia, en donde hacía de sí mismo; «24 horas (Algo está por explotar)», de Luis Barone; «Vacaciones en la Tierra», de Sebastián de Caro; y «La felicidad (un día de campo)», de Raúl Perrone.
La vida de Tom Lupo dio un giro inesperado cuando una madrugada de junio de 2015 fue embestido el auto en el que viajaba por un vehículo que iba a gran velocidad y se le atravesó con luz roja en la esquina porteña de Figueroa Alcorta y Tagle.
Tras estar hospitalizado y con un coma inducido, fue dado de alta pero con severos daños neurológicos que le imposibilitaban realizar actividades con normalidad, situación que lo acongojaba al punto de que no querer ser visto por quienes lo conocían, según reveló una artista allegada que quiso visitarlo varias veces pero recibió su negativa.
Más allá de su partida, su potente voz y sus lúcidos reportajes podrán seguir siendo disfrutados por Radio Nacional y continuarán marcando el camino a seguir a nuevas generaciones de comunicadores.