Doble homicidio.

Andrés Pizarro y Brian Soto iban a trabajar en moto cuando, a menos de una cuadra de su casa, un auto los chocó para que cayeran y un sicario los acribilló sin bajar del vehículo.

En Rosario la vida cotiza en baja. Y no es como el dólar que tiene al menos media docena de cotizaciones. Andrés Eduardo Pizarro tenía 30 años y un trabajo en blanco en una empresa de refrigeración. En tres meses debía ver nacer a su primer hijo. Brian Angel Soto, su cuñado, tenía 20 años. Desde hace un mes al menos ambos salían a las 8.15 del pasillo ubicado a mitad de cuadra de Lavalle al 3000 para ir a trabajar en la Honda 150 color plateada de Pizarro. La mañana del jueves fue la última vez: apenas transitaron unos 90 metros por Lavalle cuando un auto gris los tocó de atrás y los hizo caer sobre el mejorado. Entonces una de las puertas del auto se abrió y un sicario, sin bajar del vehículo, los ejecutó con calibre 9 milímetros mientras ellos yacían al costado de una zanja de agua pestilente.

Pizarro, que conducía la moto, quedó tirado en paralelo a la zanja con dos balazos en la espalda y otro en la cara. Soto, que tendido sobre un puentecito de la zanja, recibió ocho impactos por la espalda y uno en la cabeza. Los vecinos dicen que agonizó más de 15 minutos esperando una ambulancia que nunca llegó.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *